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Una realidad

Hazañas médicas, otra forma de ganar la guerra

A veces se mueven silenciosamente en medio de las húmedas selvas del Vichada, en otras ocasiones corren a través de las planicies del Meta en medio de una lluvia de balas enemigas, aquellos con más suerte, y habilidad pueden escuchar el zumbar de los proyectiles pasar a su alrededor sin herirlos, los más desafortunados caen atravesados por el plomo, es entonces cuando de entre las tinieblas que comienzan a rodear al agonizante soldado, surge una mano fuerte, segura y aguerrida, que le impide decir adiós a este mundo, un Hipócrates contemporáneo dispuesto a salvar vidas, esta es la historia de los héroes detrás de los héroes.

A simple vista, un estratega podría comparar la guerra con una partida de ajedrez, un juego que enfrenta a dos bandos diferenciados por su tipo de color, el blanco y el negro, su objetivo es derrocar al rey oponente, y en su camino acabar con el mayor número de fichas rivales posible. Sin embargo, para una bala, todos tienen el mismo color, el color de la sangre, el color de la tierra del Vichada, arenosa y roja, para una bala que viaja a una velocidad que oscila entre los trescientos y mil doscientos metros por segundo no hay distinción, su único fin es surcar el aire hasta encontrar un lugar en el cual abrir un orificio en medio de un breve espectáculo de vísceras y sangre que florecen del certero impacto.

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