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Velar por la población civil, Médicos Sin Fronteras

 

 

"El solo hecho de estar en un sitio ya rompe la neutralidad porque eres un actor externo, entonces la gente empieza a comportarse diferente porque tu estas allí, además, siempre que te quedas callado favoreces al más fuerte"

 

Médicos Sin Fronteras es una organización no gubernamental humanitaria que nació en respuesta al mandato de silencio al que obedece la Cruz Roja Internacional, la única opción para quienes se dieron cuenta de que de nada valía la ayuda sino se estaba entregando a la gente que lo necesitaba, era retirarse de la Cruz Roja, salir del país y denunciar de manera personal, así lo hicieron y fue fundada Médicos Sin Fronteras.

 

Jaime Pedraza es un médico colombiano que estudió en la Universidad Nacional  y que desde antes de entrar a la facultad de medicina ya era voluntario de la Cruz Roja, para 1999 comenzó a trabajar junto a Médico Sin Fronteras, al año siguiente ya coordinaba trabajos y años más tarde surgió la oportunidad de viajar a otros países, entre estos Ecuador para más tarde partir al continente africano, trabajando en comunidades de Kenia, Sudan, Etiopia, Siria y Turquía, con una experiencia de casi veinte años, Pedraza ha sido testigo del conflicto no solo en Colombia sino en diferentes partes del mundo.

La organización, tiene los mismos principios que Cruz Roja, la neutralidad la interpreta con un mandato de hacer testimonio de contar lo que pasa siendo lo más neutral posible.


La razón de estar en Colombia comienza en 1985 a raíz de la tragedia del Nevado del Ruiz y la población de Armero. Más tarde la organización entró en las áreas donde el conflicto armado era más fuerte, desde esa época hasta acá se han dividido en secciones operacionales. Existen bases en Bélgica, Suiza, Francia, Holanda y España todas las secciones han venido al país a excepción de Suiza y a medida que el conflicto armado ha disminuido su intensidad, las secciones se han retirado del país, ahora solo queda España  que es la sección con la que se trabaja actualmente, se ha estado trabajando en el Chocó, en Córdoba, en las zonas de Montes de María, Magdalena Medio, Norte de Santander, Arauca, Guaviare, Putumayo, Nariño, Cauca y Valle del Cauca.

La capacidad de respuesta que tiene Colombia no es mala en comparación de otro países del mundo. Se cierran los proyectos y partimos a otro lado, Holanda por ejemplo estaba al norte del país (Norte de Santander Arauca y Choco) Francia estaba más al occidente.

Normalmente cuando se llega a una zona, se realiza un exploratorio,  se reúnen con la comunidad y sus líderes explicando las actividades que se van a realizar, el proyecto más usual es el de Atención Primaria en Salud un médico enfermero, un auxiliar de enfermería y un psicólogo instalan la  clínicas móvil y la base,  en el interior se almacena todo el equipo logístico de lanchas, motores, combustible, medicamentos, cadena de frio, alimentos para el equipo, luego se  escoge un cuarto de seguridad de confinamiento, por si llega a pasar un incidente los funcionarios puedan refugiarse en ese cuarto, donde  hay un medio de comunicación, kits de emergencia y demás utensilios para estar allí en caso de que ocurriera algún evento, lo importante y lo más confiable es la cercanía con la comunidad, si esta percibe bien a los visitantes y ven que atienden a la población civil, adquieren respeto.

 

 “Tenemos un principio de no atender combatientes, solo población civil, no vamos a prestar servicio a ninguna de las fuerzas, las fuerzas militares tienen su equipos sanitario y los rebeldes también tienen sus métodos de asistir a sus tropas, se recomienda que no vengan con armas ni con uniformes, para evitar ser blanco del conflicto, si alguien quiere venir a la consulta y viene de civil, nosotros nunca preguntamos quien es ni donde viene”.

 

Dependiendo del sitio se llega por carretera o se va por río para llegar a las comunidades donde hay enfrentamientos, el equipo se traslada a través de las veredas, es en las zonas rurales, donde más acciones medicas se producen, ““El conflicto aquí ha sido muy móvil, no ha sido una sola zona en donde esté permanentemente un grupo rebelde, están en un lado, luego en el otro, y comienzas a ver afectaciones en diferentes sitios, lo que obliga a que nosotros también cambiemos nuestra metodología, el solo hecho de que hayan combates en una zona hace que el personal de salud  no vaya a trabajar o se retire de la zona, es común encontrar en estas zonas muchas estructuras de salud abandonadas”.

 

En cuanto a salud mental, Médicos sin fronteras ha sido una de las organizaciones que más ha presionado para que se incluya en el primer nivel de atención “Cuando vas a las comunidades, ves que la gente tiene estrés postraumático, ansiedad, depresión, tienen manifestaciones mentales debidas al conflicto y la inseguridad en la que viven, después de mucho tiempo te empiezas a dar cuenta que uno de las principales  problemas es la salud mental de la población, así incorporamos a los equipos de psicólogos en las misiones, eso no es bien visto por los actores armados, que en algunos casos permitan la visita de todo el equipo, menos el psicólogo”.

 

Para este médico que ha tenido la posibilidad de ver el conflicto en diferentes realidades, de ver la violencia surgir sin importar la raza, la lengua ni la nacionalidad, este es un trabajo que se ha hecho desde hace muchos años que busca sensibilizar el respeto a la acción médica, porque desafortunadamente a veces en la guerra todo se vale, lo importante es ganar, no importa cómo, y se violan  toda de clase de convenios internacionales.

 

 “Recuerdo la primera vez que fui a Kenia, para nosotros como latinos es un poco más fácil, quizá porque estás familiarizado con la pobreza o el conflicto, y  llegas a este país africano donde son más extremas las condiciones y de igual forma las enfermedades son muy diferentes, en Sudán por ejemplo, el conflicto armado era antes del colombiano el más antiguo del mundo, hubo un acuerdo de paz entre los rebeldes del sur y el gobierno del norte y Sudán se terminó dividiendo, y habían durado tantos años que las ONG no podían ingresar, después de que llegó el acuerdo de paz nosotros entramos a trabajar y era muy difícil, ver que la guerra había destruido todo, no había escuelas, no había trabajos formales, gente que supiera conducir, llegabas y te dabas cuenta que el nivel de formación era nulo, todos era combatientes, solo sabían manejar armas, comer y sobrevivir, la guerra destruye lo básico de una sociedad”.

 

 

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